Tirando largos...

Es un recorrido por los mil y un largo recorridos de cuerda por mis paseos de la vertical de un lado y de otro del planeta

martes, 23 de agosto de 2011

Una de Riglos...

Mi nombre que mas da...., uno de tantos, mi orientación sexual ..., ja,ja,ja, como la de los griegos y mi motivación , no tiene limites.

Hace muchos , pero muchos años..., conocí a un escalador de esos de la época del clavo, la bota dura y el babaro...., los cuales tenían los huevos llenos de bravura. Me comento que en sus años jóvenes hizo la primera a uno de los Mallos mas característicos del pueblo de Riglos.

Tal fue la ilusión y recordar su hazaña compartida con otros dos compañeros de cordada...., que me entraron ganas de hacerme explorador de las alturas...., y aquí estamos.

A los pocos meses de escuchar la historia de aquel tipo...., sin muchos conocimientos de escalada, mas que la de los libros que había leído en la biblioteca y algunos comercios libreros, nos lanzamos a la aventura mi amigo infatigable de aventuras callejeras y un servidor.

Escalar el citado Mallo..., " El puro "

Con unas cuerdas viejas prestadas de unos escaladores mucho mas mayores que nosotros, que conocimos un día en las fiestas de un pueblo..., unos fisureros que no sabíamos como se utilizaban, prestados por el padre de un amigo ,un puñado de cintas caseras dec esas de nudo, un par de arneses de cinta y un ocho, nos lanzamos a la aventura. El citado calzado , eran unas zapatillas de esas de gimnasia rítmica..., la vestimenta un chandal y una zamarrilla de lana...., que decía mi madre que para el frío lo mejor era la lana.

Llegamos al pueblo de Riglos en tren, como era de esperar, tan solo teniamos quince años..., nada mas llegar se veía el citado mallo , esplendido , erguido y vertical.  A las pocas horas de nuestra llegada , iniciamos tal citada exploración a la vertical, contabamos con una reseña de servilleta  didujada por el citado primer ascensionista, esa era toda nuestra información. Nos acercamos a los pies del mallo y optamos por la mas directa forma de entrar, una chimenea en el lado mas al norte de la montaña. Echamos la suerte con un palito, para quien era el primero en entrar, en aquel mundo desconocido de la vertical, como la suerte estaba echada, me toco a mi...., me hice el nudo y empecé la ascensión..., durante los primeros quince metros sentía un miedo emocinante sobre mi cuerpo..., al poco vi sobresalir una clavijilla de hierro, posiblemente de los primeros ascensionistas..., proseguía la ascensión , en la cual los seguros brillaban por su ausencia y mi conocimiento en la técnica de la autoprotección era nula..., intente colocar algún fisurero, pero la falta de experiencia hacían que se salieran a los pocos metros de mi ascensión. A los cuarenta y tantos metros de ascensión divise a mi derecha en una repisa con unos anclajes en forma de "P", fuertes y consistentes..., y pude deducir que era la denominada reunión o punto de encuentro..., con mis pocos conocimientos instale el mecanismo del ocho y recupere la cuerda de mi compañero..., encontrándonos unos minutos después y retomando el largo siguiente, así lo hicimos hasta la base del citado vástago vertical del puro, pasando alguna que otra dificultad en una cueva a medio camino.
De nuevo empecé el largo, la vertical era impresionante y ver el pueblo desde arriba era una experiencia unica, empece la ascensión vigilado por los ojos de un buitre que volaba sobre nuestras cabezas...., tal era la motivación y las ganas..., que me pase varias reuniones sin saberlo y los seguros eran tan escasos como inesistentes..., clavijillas y algún que otro trozo de madera anudado con unos alambres eran todo lo que nos separaba a mi compañero y a mí. Llegue a la cima con si el mismísimo cielo me estuviera esperando y empecé a recoger la poca cuerda que me quedaba, asegurando a mi compañero de cordada...., en la cima nos fundimos en un abrazo y empezamos el descenso. Solo contábamos con un ocho, entonces yo decidí descender con el nudo dinámico que había aprendido en los manuales de los libros que había leído en la biblioteca. Era mi segundo rapel que rehalizaba, era un mundo alejado de la realidad, sentíamos el espacio bajo nuestros pies..., fuimos encadenado las clavijillas en forma de "P" hasta llegar al suelo...., fundiéndonos de nuevo en un abrazo y compartiendo ese bocadillo de madre de camino al tren,  para la vuelta a casa.

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